Predicaría la apostasia… ante las semejantes atrocidades expresadas por sus ínclitos acólitos:

«no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios, con los millones de vidas destruidas por el aborto». Obispo Cañizares.

«Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como
delito penal. Ése es el ambiente cultural en el que vivimos, y, sin embargo, la inmensa mayoría de los españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastilla que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute». Director de la Revista Alpha & Omega.

Y lo que más me cuesta entender de todo esto es que la mujer, centro de sus corrompidos comentarios, de sus mentes calenturientas, de sus salivazos envenenados, siga acudiendo a misa, siga alimentando sus arcas con bodas, bautizos y comuniones, con óbolos en la misa de domingo. Claro, que partiendo de ese principio condenatorio con el que Dios injurió a la mujer de que ella es la tentación y el resto son almas cándidas fruto de su divina sabiduría, ya es difícil corregir ese error de miles de años con el que la fé católica ha denostado a la que procrea. Pero a más razón que sigamos diciendo AMEN a todas sus barbaries. Y es que, si en número se pudiera calcular el genocidio cristiano que se ha estado promoviendo desde el principio de los tiempos católicos, la barbarie nazi sería una anécdota en la historia de la humanidad.

Creo que si Dios levantara la cabeza, si ese ente creador y organizador que armonizó al hombre, el cosmos y la naturaleza, tuviera tiempo de mirar lo que ocurre en su santa casa, si ese todopoderoso, magnífico e invisible superhéroe inventando y magnificado por la fea costumbre del humano de creer en algo… se corporeizara, cogería su petate, remangaría sus sayas y sus barbas de abuelito bueno, y se fugaría al Tibet, a pedir el ingreso en un Templo Budista porque los Lamas, por lo menos, no hacen daño a nadie con sus doctrinas ni con sus ideologías.

Una vez más, alabo el cínico verbo de Woody Allen que dijo: “En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire”.