Acabamos de llegar de Barcelona, y aún con esa sensación de estar mecido en una nube. Anoche tuvimos el honor y el placer de ver crecida la semilla que hace 6 años plantamos Frank Toro y yo sacando al aire la doble y triple (en el caso de las mujeres), discriminación que padecen las personas que tienen una discapacidad y son gais, lesbianas, bisexuales o transexuales. La edición del libro «Re-Inventarse, la doble exclusión» y el bombazo del documental «El Sexo de los Ángeles», nos tuvieron (y aún nos mantienen sin cesar) en una nube constante de viajes, conferencias, festivales de cine, jornadas, etc.
Hace un año el actor y guionista Emili Corral nos envió un texto teatral que se titulaba como el documental y que se adentraba en la historia de esos personajes de ficción (y de pura piel y carne porque existen, y son una pequeña multitud) dramatizando lo bueno de la diversidad y mezclando, de manera magistral y con un fuerte tono de comedia, el amor, la aceptación, la diversidad funcional y la diversidad sexual. Tras un año de comentarios, consejos, sugerencias, cafés y cenas por toda la geografía catalana, y el apoyo incondicional al proyecto, anoche se estrenó en Terrassa el montaje teatral titulado «El Sexo de los Ángeles». Durante 90 minutos reímos, lloramos, nos estremecimos, carcajeamos, volvimos a emocionarnos y acabamos puestos en pie en una atronadora ovación que aún llevamos metida en el corazón.
Bakunin dijo que «La uniformidad es la muerte, la diversidad es la vida», y de eso trata esta magnífica historia de SERES HUMANOS que quizás para algunos sean bichos raros, de dificil comprensión y disoluta vida, personas a las que se las teme porque no se las conoce, y a las que se las odia porque aman sin tapujos y sin mentiras. Gais y lesbianas, tetrapléjicos, ciegos, discapacitados físicos… Raros. Y como raros, diferentes, y como diferentes, carne-hueso-piel de cosecha única, de materia reservada como ejemplo de superación, de valentía, de hombría (muchos más hombres que algunos machos que se mofan de ellos), de humanidad y de inteligencia. Son fuertes, y lloran. Son débiles, y luchan. Son hombres y mujeres. Diversos. Como la propia naturaleza que les hizo alumbrar su auténtica casta.
Verónica, Adolfo, Eduardo, Dani y Sole, componen un crisol único, y por ende universal. Aman, ríen, lloran, sufren, viven y padecen como el resto de los mortales. Quieren su espacio en este mundo, como el resto de personas «sanas» y heterosexuales lo reclaman. Con derechos. Con libertades. Con vida. Con amor. Sin barreras.
La obra de anoche es una lección, es pura pedagogía más valiosa que mil campañas de publicidad, que cientos de folletos explicativos y Web corporativas… Es piel. Y se deja tocar, oler, palpar… Hace cardenal. Pero también es una delicada caricia que pone los vellos de punta y eriza la piel.
Enhorabuena a todos: a Emili por saber transmitir esa sensibilidad que en su momento le hizo callo. A Eladio por hacernos creer que Superman también viaja en silla de ruedas. A Adolfo por ver la vida de otra manera a pesar de que otros sean los que no quieran ver la humanidad de la suya. A Judit por demostrar tanta fuerza, coraje, humor y sabiduría al sacar de su boca esas palabras poniendo las cosas claras sobre la discapacidad que hacen que sean música para nuestros oídos. A Edu por creernos su tierna ignorancia y convertirla en amarga sabiduría del que conoce su propio error: mirar sin querer observar. Y a Mont, esa tierna y madura señora mayor que no quiere ver lo que sabe porque su tiempo no permitía que pudiéramos descubrir la más bella de las maravillas: la verdad.
A todas y todos, muchos éxitos. Y que pronto podamos disfrutar, también en castellano, de la magia del teatro de la vida.