Esta tarde, antes de subirme a un avión camino de Barcelona, me preguntaba (en la fila prenudismo al que te someten antes de pasar por el control de embarque), si tantas buenas noticias son el preámbulo de una mala. Puede ser. No estamos acostumbrados a tanta exquisitez informativa frente al rancho con el que nos embuten en la hora de la comida o la cena. Si el empeño de todos se canaliza y no empezamos a zarandear la frágil tela que separa el triunfo de todos con el triunfo partidista, finalmente esta noticia no se convertirá en un bluf informativo ni en una borrasca que cubierta de lodo la fiesta de la democracia. Crucemos los dedos y cerremos las bocas de los bufones de la basura mediática.