Vuela Alto

El jueves nos dijo ¡Adiós!, para que nos dijéramos ¡Hola! No era el mejor sitio. Ni habíamos deseado que fuese el lugar elegido para volver a encontrarnos, derribando el muro de las pantallas para volver -aunque fuese unos minutos-, a la piel. Fue como ella nos quería, como a ella le gustaba: piel con piel.

Su saludo preferido era un «¡Hola cariño!», y te atrapaba en un abrazo de oso, y no te soltaba hasta que te emulsionabas con ella en su calor. Radiaba amor, cariño, alegría, cercanía, hermandad. Aún tan pequeña, tan frágil, que tenías miedo de que se rompiera si respondías con la misma efusividad con la que siempre, siempre, te recibía. Sonrisa al frente. Su cara angelical, su melena lacia, su mirada pícara, su expresión de felicidad. Así también quiso que la viéramos este jueves. Rodeada de amigos, de flores, de cariño, de su chico (un caballero donde no los haya), y de su hija (belleza de belleza nacida). Así quiso que la recordáramos, por y para siempre.

Y en esa tarde triste, rara, en la que la despedida dio paso a la bienvenida, de nuevo, a un grupo de personas que vivimos años increíbles, juntos, y que el tiempo, las obligaciones, las familias, el trabajo, la pandemia y… ¡otras muchas disculpas más!, nos han mantenido alejadas, que no desconectadas, de aquellos años en los que un cordón umbilical conectó ombligos de inquebrantable afecto y lealtad, todas y todos volvimos a ser «La pandilla del Rick´s». Gracias a ti.

El jueves los circuitos neuronales que movilizan las acciones del ser humano, se encendieron con todos los megavatios posibles. Máxima potencia. Ya hemos quedado. Todas y todos. Por ti. Para ti.

Por TI. Para TI. Siempre.

Forzar la Máquina

En «La Pandilla», cada vez que conseguimos vernos los 14 que formamos ese núcleo vital de amistad, hermandad y confianza, nos echamos unas risas porque no hay reunión que no tenga sus minutos dedicados a hablar de los males, las enfermedades y los últimos descubrimientos en nuestros historiales médicos, que nos recuerdan que tenemos una edad. También nos proyectan a los excesos cometidos en nuestra épocas juveniles, y a esa generación que mejoró la de nuestros padres, pero que arrastró algunos desajustes de tiempos pasado (mejores, o no).

Después de esos momentos, pasamos la página y a continuar compartiendo las andaduras de este maravilloso grupo de hermanos y hermanas que se fueron conectando y cruzando en mi vida sin llamar, sin pedir entrada, sin periodo de cadencia o lista de espera. Llegaron, triunfaron, y se quedaron para siempre.

Estamos casi en mayo. Y parece que sea verano. No sólo por este tiempo meteorológico adelantado a su estación, si no por que es tal la carga de trabajo, que me recuerda a esos periodos laborales en el que el verano es el acabose, y la navidad es el fin del mundo. Forzamos la máquina y ya nos sale vapor hasta por la punta de los dedos. Acelerados. Y el problema es que no hay tiempo para parar y valorar si el objetivo final permite otras rutas a las que derivar los impulsos de nuestra locomotora. Vamos a velocidad AVE. Quizás muy pronto en modo Hiperloop.

Y estos excesos, los resiente la salud, los amigos, los compañeros, la familia. Vuelta a la revista médica inicial.

William Shakespeare dijo,

Nuestro cuerpo son nuestros jardines, nuestras voluntades son nuestros jardineros.

W. Shakespeare (1564-1616)

Debemos empezar a sacar brillo y forzar la máquina que todas y todos necesitamos: un cortacésped con el que segar las malas hierbas del stress.

La Llamada

Ayer vimos la maravillosa película de Netflix «The Two Popes«, una película dirigida por Fernando Meirelles con los magníficos Anthony Hopkins interpretando al cardenal Ratzinger aka Papa Benedicto XVI, y a Jonathan Pryce como el cardenal Bergoglio más conocido como el Papa Francisco I. Ambos de Oscar, si bien en mi opinión, el maestro Pryce se sale por haber aprendido a hablar en argentino, y sin acento extranjero, que parece que ha nacido en la mismísima Pampa… ¡Magistral!

No voy a desvelar nada de la trama, basada en un hecho real, pero si me llamó mucho la atención como se explica «la llamada» a Jorge Bergoglio. Cómo por un momento concreto, en un lugar determinado, a una hora específica, y encontrarse con una persona única (fuese o no «Él«), la vida te cambia, te da un vuelco, gira 180 grados para convulsionar toda tu existencia y comenzar a ser… ¡otro!

La Llamada, post de @JgAmago en #ReInventarse imagen de Davide Cantelli vía Unsplash
Imagen de Davide Cantelli vía Unsplash

Yo he explicado alguna vez que nunca sentí esa «llamada» (estudié durante 7 años en un internado que nos preparaban para ser sacerdotes, pero no llegué a serlo -afortunadamente para la orden sacerdotal-), y jamás me arrepentiré de haber vivido aquella experiencia formativa y vivencial, libre y decidida por mí al cumplir los 10 años. Soy lo que soy, en parte gracias a lo vivido en el seminario menor de Las Rozas de Puerto Real de Madrid.

Pero sí que la mayoría de nosotr@s hemos experimentado esa «llamada» cuando se nos ha cruzado en nuestras vidas alguien que aún forma parte de nuestra existencia: amig@s, pareja, profesor@s, compañer@s…, y que dejan un poso indeleble en nuestro pasado, presente y seguro futuro existencial. La llamada es esa que no se trata de quién vino primero o de quién te conoce más tiempo. Se trata de quién llegó y nunca se fue…

Socialité

No… No voy a hacer bandera del programa «rosa» de la cadena Mediaset. No. Este post surge tras ver el exquisito capítulo 3, de la tercera temporada de esa «joya» visual de Netflix titulada «The Crown», y basada en la vida, obra y milagros de la reina Isabel II de Inglaterra.

Ya supimos de las diferencias entre la princesa Margarita (hermana pequeña de Lilibeth), y la «queen». En este capítulo (non spoiler), se consolida el motivo de esas notables discrepancias: la empatía, el don de gentes, la «socialité».

Socialite post de @jgamago en #Reinventarse
Photo by Louis Hansel on Unsplash

Me considero una persona sociable. Lo he sido toda mi vida. Me gusta conocer gente, aprender de las personas, saber de experiencias, compartir vivencias, viajar, leer, mirar, descubrir… Creo que la socialización es una fuente inagotable de sabiduría para una persona, y para el grupo. Ahora bien: hay que saber medir el grado de compensación entre lo que otros ofrecen, lo que tú demandas, y lo que el resto solicita.

La edad marca la pauta: somos jóvenes y vivimos de experiencias locas…, maduramos y empezamos a separar el grano de la paja…, nos consolidamos y vamos asentando lazos estrechos…, pero siempre alerta a las nuevas oportunidades, a nuevas «socialités» que nos aporten algo real. Vida.

Tras el boom planetario de Rihanna, y tras unos años dedicados a otras facetas creativas, la cantante declaró hace poco: «Mi círculo de amistades cada vez es más pequeño. Y créanme que cada vez estoy mejor».

Es tan sólo una caja

¿Por qué darle tanta importancia? Este video titulado «The lunchbox» se ha convertido en viral ¿Por qué? Por su sencillez, si. Por su mensaje tan potente: sin palabras, sólo unas miradas que llegan hasta el tálamo de las emociones y un piano. Por su crudeza, también. ¿Cómo es posible que una sociedad avanzada, conectada, civilizada haya gente que aún tenga dificultades para poder llevarse algo de comer al colegio?

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Las soluciones están mucho más cerca de los que nos imaginamos. ¿Por qué se resisten a encontrarlas?

Video: The Lunchbox