El Corazón Helado

Acababa de llegar a casa, tras ponerme la vacuna de refuerzo contra el COVID (yo fui de los vacunados con Janssen), cuando descansando en el sofá, mientras ojeaba el timeline de Instagram, saltó la alerta de El Huffington Post: «Muere la escritora Almudena Grandes». Sin palabras. Inmediatamente lo posteo en el grupo de WhatsApp de los amigos/as en el que se encuentran ávidas y fieles lectoras de la «Grandes». Todos nos quedamos igual: helados. Se nos fue nuestra autora de referencia. La escritora a la que venerábamos porque cada libro, cada entrega, cada página de su magnífica obra, nos transporta hacia la excelencia del placer de leer.

Julia, Olga y yo, comentábamos cada libro y siempre concluíamos lo mismo: ¿Será capaz de superarse con el siguiente? Si. Siempre. Cada compendio de páginas que Almudena Grandes publicaba, nos llevaba al cénit, y nos dejaba extasiados. Y cada publicación de su extensa obra, sobre todo esa antología maravillosa en la que llevaba inmersa desde hacía años, los «Episodios de una Guerra Interminable«, nos despertaba el voraz apetito de seguir pidiendo más y más. ¿Cuándo toca el próximo -le preguntaba a Julia?

Desde aquel «Las Edades de Lulú», hasta el último «La Madre de Frankenstein«, sus novelas construían ese espacio perfecto, amueblaban el lugar idóneo para abandonarse al placer de leer.

Ayer nos dejó. Pero sus libros, nunca nos dejarán. Seguirán acompañándonos, dándonos cobijo cuando «Los Aires Difíciles» azoten nuestra cabeza. Su obra dibujará el «Atlas de Geografía Humana» que necesitamos como faro hasta encontrar el camino. Sus páginas nos mecerán en la cadencia musical de «Malena es un nombre de tango». Su adiós nos deja «El Corazón Helado», pero con el deseo de poder leer pronto, y no olvidar nunca a «Mariano en el Bidasoa».

D.E.P., Almudena. El Olimpo ya ha extendido su alfombra roja para recibirte con honores.

Los Tres Mosqueteros

Llamadme raro…, pero esta mañana me he despertado preguntándome ¿Por qué el libro de Alejandro Dumas se titula «Los Tres Mosqueteros», cuando en el fondo son cuatro? Sus nombres eran d´Artagnan, Athos, Porthos y Aramis. CUATRO. Entonces… ¿Por qué tres? Si no has leído la novela, la explicación viene porque d´Artagnan quiere hacerse mosquetero y se encuentra con los otros tres que ya forman un equipo bajo el lema de «todos para uno, y uno para todos». Ellos son los verdaderos mosqueteros, la esencia y razón de la novela. D´Artagnan, antes de sumarse al grupo, se fue enfrentando a todos ellos y, como era tan diestro con el sable, pues deciden que se incorpore al equipo para luchar contra las injusticias del malvado Richelieu y seguir defendiendo a la reina Ana de Austria. La suma siempre es positiva.

Y esto me ha llevado, entre el zumo de naranja y el café con soja, a pensar que una cosa es el titulo del libro, y otra el contenido, el argumento de la obra. Y como aún seguimos con la resaca post-electoral madrileña, he conectado directamente con los programas electorales, con los mítines de campaña y sus inflamados titulares. Que por un lado va lo que prometen, y después lo que cumplen. Lo que dicen que van a hacer, y luego deshacen desdiciéndose sin recato ni vergüenza.

Quizás pienses que mis despertares son muy raros. Que el zumo de naranja enciende las sinapsis neuronales a mil por hora con conexiones muy bizarras. Y que, a su vez, el café multiplica exponencialmente esos despertares neuronales enlazando la crónica de un pasado con el futuro más inmediato. Y que los títulos de los libros, los titulares de una noticia, son la crónica de una muerte anunciada. Por que, si «La libertad consiste en llevar una pulsera que pone libertad», y yo no llevo pulseritas, ni con frases, ni sin ellas, entonces tendré que decir adiós a la Libertad.

¿Qué es la «felicidad»?

Anoche vimos el fantástico documental «The Capote Tapes» en Filmin. Un magnífico trabajo de investigación sobre la vida, obra e influencia de Truman Capote, partiendo de las famosas cintas que recogieron las entrevistas a los famosos, que nunca llegaron a ser publicadas y que se quedaron ocultas (y nunca encontradas), en su obra literaria y periodística (para tranquilidad de muchos/as de los entrevistados). La historia la va hilvanando Kate Harrington, la hija de un amate de Truman, y que él consideró como su «hija adoptiva». ¡Muy recomendable, de verdad! De Capote sólo me he leído «A sangre fría» (imprescindible, sin lugar a dudas), pero creo que voy a leerme más novelas este verano.

Una de las cosas que más me entristeció (y a la vez me dejó sin palabras), es la imposibilidad de Truman de ser feliz. Lo tuvo todo: fama, dinero, éxito, reconocimiento… ¡¡Y fue incapaz de encontrar la felicidad!! Algunos de los expertos y amigos/as entrevistados lo atribuyen a su infancia tan complicada y a la exacerbada obsesión por ser el centro de todo y de todos. Menos de él mismo. Su homosexualidad no fue un problema. Fuera del armario desde sus comienzos, fue admirado por su sinceridad y libertad, en un momento en el que la homosexualidad seguía siendo un tabú y un pecado. Sin embargo, el alcohol y las drogas acabaron con la vida de un magistral escritor y relator de su tiempo, pero atormentado y desafortunado en su vida personal.

¿Qué se necesita para ser feliz? ¿Salud? ¿Dinero? ¿Amor? ¿Fama? ¿Éxito? ¿Serenidad? ¿Paz? ¿…? Le he hecho la pregunta a Google, y el todopoderoso «don respuestas» me dicen que, para ser feliz:

«… no se necesita más que seguridad, tranquilidad, familiares y amigos que nos quieran y a los que querer, gozar de buena salud, un propósito en la vida, una esperanza para el futuro y, en cuanto a los material, alimento, ropa y vivienda, pequeñas cosas que hacen grande nuestra propia existencia.»

¡Y se queda tan ancho! Bueno. Yo, me quedo un poco más tranquilo. Tengo un poco de todo, ergo… ¡Me puedo considerar feliz! ¿Y tú? 👇

We can be Heroes

Roberta Marrero ha publicado un estupendo libro titulado «We can be Heroes», sobre la diversidad sexual en la cultura pop. Una celebración de la diversidad LGTBQ+ en la cultura en general.

We Can Be Heroes by @JgAmago en #Reinventarse

Y uno de esos referentes, Federico García Lorca, ha estado muy en boca de todos en estas últimas semanas. España siempre tendrá una deuda con el escritor granadino. Siempre. Por su terrible ejecución por rojo, maricón y por escritor. Y por el lugar que algun@s profesores, maestros, tutores… ¡Llámalo como quieras!!, le otorgan en el olimpo de los HEROES en los que su superpoder estaba en sus letras.

Ya lo dijo: «Mi poesía es un juego, mi vida es un juego, pero yo no soy un juego».

Imagen: Roberta Marrero vía Yorokobu

Sin rechistar

Es una palabra que me trae recuerdos de mi infancia. No porque mis padres fueran muy autoritarios, no. Si no por que significaba que era un deber, una obligación o una simple cabezonería, pero había que hacerlo. Hoy está de moda. No nos deja hablar, escribir, fotografíar, publicar, rapear, cantar, hablar… No. Cuando alguien dice algo que a los neopuritanos no les gusta, ¡zasca! Cárcel, multa y silencio. ¡Por que lo dicen… ellos!

Sin rechistar, post de @JgAmago en #Reinventarse

Y el resto, pues nos indignamos, pateamos, algunos callan, otros alzan la voz y dicen ¡Basta! Pero los que mandan también callan a los que claman por una libertad.

Esas palabras me recuerdan a mis tiempos de estudiante. Hoy esas palabras nos recuerdan que cualquier tiempo pasado fue mejor.