¡Te pillé! 🦠

Y mira que nos hemos estado escondiendo. Que no queríamos que nos vieras. Que te esquivábamos con cualquier disculpa y argumento. Que huíamos a cualquier tentación de distraernos y olvidarnos de que estás ahí, flotando, al acecho, alerta, en el aire… ¡¡Y nos pillaste!! Maldito virus.

Te pillé. Post de @JgAmago en #ReInventarseBlog
Imagen de CDC en Unsplash

Pero por suerte estamos bien. Ya llevamos una semana. Con síntomas leves, muy controlados y atendidos por el doctor Ortega (¡qué haríamos sin ti, Pepe!). Alerta. Tranquilos y preocupados a la vez porque eres traicionero, impredecible, cruel… ¡¡Y enfadados!!. Cabreados porque los que mandan están más preocupados de su culo que por la vida de aquellos que les elegimos para sentarse en su trona (¡No aprenderemos, no!). Todos están fallando. Todos. Da igual el color. Estamos en pelotas y sin nada que poder vestirnos.

Nos quedan la familia, los amigos/as, los compañeros/as de trabajo (gracias José Luis por tus mensajes diarios de preocupación y ánimo)… ¿Y si ellos gobernaran el país? No me queda duda de que lo harían infinitamente mejor.

¡A cuidarse tod@s!

¿Cómo quieres recordar tu propia vida?

El otro día, haciendo un descando en el teletrabajo, me propuse aligerar el despacho de mi casa, de unos contenedores de fotografía viejos que tenía sobre las columnas de CD y DVD. Decidí tirar el contenedor, vaciar las fotos, y revivir uno a uno todos los recuerdos. ¡Uf, qué de momentos desempolvados! Fotografías en blanco y negro y color, reveladas en el laboratorio fotográfico Alhambra, el de toda la vida al lado de mi casa (y que aún se mantiene a flote). Algunas las digitalicé en el iPhone para ir compartiéndolas poco a poco en mi perfil de Instagram.

¿Cómo quieres recordar tu propia vida? Post de @JgAmago en #ReInventarse
Imagen de Roman Kraft en Unsplash

Ayer por la tarde, tras ver algunos capítulos de las series que sigo, revisé los post que tenía pendientes de leer de mi comunidad de WordPress, y leí el post «¿Son nuestros recuerdos más auténticos que los de nuestros padres y abuelos?«, escrito por Javier Alarcos en su estupendo blog. Tras su lectura, decidí hacerme la pregunta con la que acaba su artículo: ¿Cómo quieres recordar tu propia vida? ¡Menudo reto!

Todas esas fotos que rescaté del polvo y el olvido, me han ayudado a encontrar una respuesta: quiero recordar mi vida como una persona afortunada por las personas que me han acompañado. Y espero que así siga siendo. Quiero recordar mi vida como un ciudadano, como un hijo, como un hermano, tío, sobrino, amigo, compañero, novio y marido que fue/soy afortunado por l@s compañer@s de viaje. Con sus días de nubes, y sus muchos días más de claros.

Y en estos tiempos de incertidumbre, de cambio, de caos, de miedo, pero también de esperanza, deseo seguir construyendo mis recuerdos sobre la frase de Sócrates que dice:

«El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo»

Sócrates

Socialité

No… No voy a hacer bandera del programa «rosa» de la cadena Mediaset. No. Este post surge tras ver el exquisito capítulo 3, de la tercera temporada de esa «joya» visual de Netflix titulada «The Crown», y basada en la vida, obra y milagros de la reina Isabel II de Inglaterra.

Ya supimos de las diferencias entre la princesa Margarita (hermana pequeña de Lilibeth), y la «queen». En este capítulo (non spoiler), se consolida el motivo de esas notables discrepancias: la empatía, el don de gentes, la «socialité».

Socialite post de @jgamago en #Reinventarse
Photo by Louis Hansel on Unsplash

Me considero una persona sociable. Lo he sido toda mi vida. Me gusta conocer gente, aprender de las personas, saber de experiencias, compartir vivencias, viajar, leer, mirar, descubrir… Creo que la socialización es una fuente inagotable de sabiduría para una persona, y para el grupo. Ahora bien: hay que saber medir el grado de compensación entre lo que otros ofrecen, lo que tú demandas, y lo que el resto solicita.

La edad marca la pauta: somos jóvenes y vivimos de experiencias locas…, maduramos y empezamos a separar el grano de la paja…, nos consolidamos y vamos asentando lazos estrechos…, pero siempre alerta a las nuevas oportunidades, a nuevas «socialités» que nos aporten algo real. Vida.

Tras el boom planetario de Rihanna, y tras unos años dedicados a otras facetas creativas, la cantante declaró hace poco: «Mi círculo de amistades cada vez es más pequeño. Y créanme que cada vez estoy mejor».

Lógica vs Biológica

Existe una familia biológica, como existe una familia lógica. La biológica es aquella que, como muy bien define el término: «que es pariente genético de otra persona, aunque no sea gestante». La lógica es: «el grupo humano con el que tú decides pensar, ver, razonar o actuar de forma coherente, racional o con sentido común».

En las personas #LGTBI hemos tirado mucho de las familias lógicas frente a las biológicas. Por que en determinadas ocasiones la familia biológica no entendía o estaba preparada para comprender, asumir, o descifrar qué significaba que te gustaran las personas de tu mismo sexo. La norma ciñe, constriñe, aprieta, ahoga… Mientras que tu círculo de amigos/as más próximo, aquel al que no le tenías que decir nada, porque se lo dicen sólo, son los que ayudan a contruir el verdadero sedimento experiencial y vital, y los que permiten llevar mejor -sobre todo en los casos más difíciles de aceptación por parte de uno mismo y de la familia biológica-, la realidad de desear a personas del mismo sexo.

Lógica vs Biológica post de @jgamago en #ReInventarse
Photo by Jiroe on Unsplash

Ambas dimesiones de la persona deberían de sincronizarse, o por lo menos fluir en paralelo facilitando que de vez en cuando se abran cruces de caminos, intercambio de dimensiones, para que las generaciones futuras ya sólo hablen de familias, sin distinción de naturalezas. Muertas o no.

Velocidad

Llega un momento en el que hay que parar. No es normal. Más de dos meses sin tener un fin de semana sin actividad. Para no hacer nada. Y los próximos dos siguientes pintan igual… ¡O peor! ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas?

Ayer, mientras fumaba un cigarro con familiares de mi marido, en un momento de calma tras un fin de semana de intensa actividad, difícil, dura, triste…, comentábamos cómo había pasado el año. ¡Volando! Llega otra Navidad (rara, eso sí), y pronto tendremos la Semana Santa, y después los puentes de Mayo; y luego el verano -que pasa como una exhalación-; y de pronto la vuelta al cole; y luego Halloween; y sin darte cuenta Navidad otra vez… Viajamos en AVE para aprovechar el tiempo cuando nuestra vida es nuestro particular tren de alta velocidad

Velocidad post de @jgamago en #reinventarse

Photo by Florian Steciuk on Unsplash

Y entonces, cuando la autopista se acaba, en algunos casos no podemos ni reflexionar cómo ha sido ese viaje de 365 días a la velocidad del AVE. Y si tenemos la osadía de pensar en lo dejado atrá, nos proponemos que el año que viene haremos las cosas de otra manera para bajar la actividad, frenar la intensidad, y reducir la velocidad de las cosas. 

Es entonces cuando nos engañamos. Una vez más. A la velocidad de la luz.