Leyendo en el blog de Natalia Simón, una de sus últimas entradas titulada «El Valor de las Encuestas», me sugirió el tema sobre el que escribir hoy, camino de los 40 días de confinamiento por la crisis del COVID-19.
Desayunamos, comemos y cenamos con números. Sobre las 11 de la mañana, cada día conocemos la cifra de personas contagiadas con coronavirus, las altas nuevas, el total de afectados en las últimas 24 horas (según el sistema nacional de sanidad), y el número de muertos. Un número que ya tenemos asimilado al del día que es, la hora que es, el año que vivimos… Un número que forma parte del día a día. Un número que nos provoca escalofríos, inquietud, tristeza, pesar… Un número que suma, multiplica, de vez en cuando resta… Un número que divide.

Natalia habla de fiabilidad, confianza, validez y representatividad. Y los números del COVID-19 está muy lejos de todas estas variables y ponderaciones. Y a pesar de ello, son datos que preocupan. Asustan. Dan miedo.
El expresidente de Brasil, Itamar Franco dijo que «Os números não mentem, mas os mentirosos fabricam números» («Los números no mienten, pero los mentirosos hacen números»). El día que conozcamos los números con fiabilidad, confianza, validez y representatividad, ese día, sabremos que con los números se podrá demostrar cualquier cosa. Hasta la verdad.