Unos creen en los Reyes Magos. Otros creen en Santa Claus. Unos creen en Dios. Otros creen en Buda. Unos creen en la vida después de la muerte. Otros creen en «vivir la vida, que ya después…». Unos creen en las derechas. Otros creen en las izquierdas. Y cada uno de estos cree en su verdad. ¿Por qué no puedo creer yo en la mía?

Mi libertad comienza en el espacio exacto que me separa de ti. Yo respeto tu espacio, por tanto tu libertad, por tanto tu verdad… ¿Qué necesidad tienes tú de entrar en mi verdad, mi libertad, mi espacio? ¿Quién te crees tú para irrumpir en mi respeto?
Una de mis doce uvas (no recuerdo si la última o la primera), pidió que viviéramos en un mundo en el que el respeto es la frontera entre tu creencia y la mía. En el deseo de vivir como yo quiero, y como tú quieras, sin hacer daño al otro.
No es tan difícil. Es cuestión de mi/tu verdad.
Feliz Año.