La Cuesta

Anoche comentábamos que apenas hay rastro de la «cuesta de enero». Antes, y hasta no hace mucho, era empezar las rebajas y ya se hablaba en todos los medios de la temida «cuesta de enero», esa pendiente que a todos los ciudadanos se nos hacía más inclinada aún, tras los excesos navideños, y que viene acompañada de frío, inclemencias e incertidumbres. ¡No te digo ya cuando febrero asomaba! El parón era notorio.

Pero ahora, parece ser que no. Los locales, las terrazas, los restaurantes, los bares están «al máximo». El movimiento post pandemia ha activado la necesidad de vivir la calle, de salir, de explorar, de disfrutar. Eso es bueno, claro. Los negocios que peor lo pasaron en los meses del confinamiento y posteriores, necesitaban esa inyección de confianza, respaldo y apoyo.

Y en parte, comentábamos anoche, que quizás esto se deba hay que ya no hay etapas tan marcadas como antes. La primavera se funde con el invierno, que a su vez sueña con el verano. La Semana Santa se confunde con mayo. El verano huele a turrón y lotería de Navidad. La Navidad sueña con los días más largos de marzo… El tiempo pasa tan rápido, que cuando te das cuenta es jueves… ¡Y de repente, es domingo por la tarde y ya estás preparando el «tuper» de comida y la ropa del lunes! El tiempo, no nos deja disfrutar de las cosas que requieren un tiempo.

Qué gran verdad quien dijo:

«Disfruta de tu tiempo porque el tiempo no vuelve, lo que vuelve es el arrepentimiento de haber perdido el tiempo»

Anónimo

Mayores

Todos sufrimos la misma enfermedad: la de hacernos mayores. A unos les afecta menos. A otros, más. Tomando como analogía la última «enfermedad» mundial, el COVID, podemos decir que hacerse mayor para algunos, es asintomática. Otros/as, tienen leves indicios de malestar. Unos/as han pasado días y días enfermos en cama con síntomas. Por desgracia, otros/as muchos/as, no pudieron superarla y nos dejaron. Hacerse mayor es una faena.

Pero no por el mero hecho de cumplir años, no. Al contrario. Eso significa que estamos, que seguimos y que lo contamos. Si no por los daños colaterales que el cumplir años acarrea.

También es cierto que la actitud dice mucho. Hay gente para que los 50 son los nuevos 30, y los 60 una nueva juventud (sin tener que trabajar, sin cargas, con la casa pagada, con salud…). Para otras y otros, cada año es una bala menos en su revolver de vida. Y ahí es donde, cumplir años, es una m*****. Pero hay que luchar.

Miguel de Cervantes dijo:

«Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más»

Miguel de Cervantes

Así que hagámonos mayores con elegancia. Cubramos nuestras cabezas con canas de plata y oro. Y si no te queda pelo, que tu calva reluzca como una bombilla LED. Llevemos las alforjas repletas de ilusión y ganas de hacer. Y si la salud nos pone piedras en el camino, siempre nos quedará comprarnos unos buenos zapatos que las sorteen.

Programad@s

Vivimos sometidos a una constante programación. Desde que amanece el día, hasta que depositamos nuestro cuerpo, en la noche, en el sofá o en la cama, la jornada se diseña como si fueres una grilla de programación. Programamos el despertador para levantarnos, el microondas para calentar el café (o la inducción si eres de hacerte el café fresco cada mañana), el horario de coger el transporte público o el coche (para evitar atascos). Programamos la emisora, el podcast o la playlist que deseamos escuchar. Nos programan el fichaje en las empresas. La agenda del día. Las reuniones. Los Teams, Zoom, Meets o las presenciales. Tenemos un turno de comida programado (y ¡Ay como te salgas de él! El office está completo). Las pausas para un cigarro. O del segundo, tercer o cuarto café. Programamos las citas del médico, el gimnasio, la piscina… Buscamos un hueco para programar el paso por el super -camino de casa-. Programamos con mucho tiempo los viajes, las vacaciones, los hoteles, los vuelos, los trenes… Buscamos en el maremágnum de la agenda, huecos para programar una cena con la pandilla, o una excursión al campo. Todo, o casi todo, tiene una fecha, una hora de comienzo, y de expiración.

Lo espontáneo, casi se penaliza. Somos pasto del código que otros manejan. Nos programan las noticias, los mensajes, los libros que queremos leer, las películas que podemos ver… El algoritmo nos maneja como títeres sin alma. Y, muy a pesar nuestro, nos sentimos cómodos en este diseño de las cosas. Nuestro orden depende del orden de otros, incluso del orden mundial.

El informático y maestro de la computación, Alan Perlis dijo que:

«Un lenguaje de programación es de bajo nivel, cuando requiere que prestes atención a los irrelevante»

Alan Perlis (1992-1990)

Está claro, que los diseñadores de nuestras experiencias programadas, fueron de aprobado raso.

Un año Más (o menos)

Pues ya se acaba el año… ¡Qué locura! Parece que fue ayer cuando empezábamos a guardar los adornos de la casa, las luces y el Papa Noel que cuelga en el pomo de la puerta de entrada, y hace ya unas semanas que colgamos las guirnaldas sobre la balda del salón.

Como cada año, toca momento de reflexión, análisis de todo lo acontecido. Es el momento de crear esa galería de recuerdos que desplacen hacia el fondo los más negativos, y suban los mejores -como la espuma de una cerveza bien tirada-, a los más alto del vaso (siempre medio lleno, medio vacío).

De todos esos momentos me quedo: los viajes con mi marido, y las experiencias vividas con familia, amigos y compañeros que tienen un lugar importante en mi vida.

Ya me habría encantado poder disfrutar más de otros momentos, y haber continuado llenando la saca de experiencias en más lugares, con más gente y con nuevos retos. Pero no me puedo quejar. Sigo diciendo que soy un afortunado en todo… Bueno, la salud ha tenido momentos menos buenos, pero la mochila vital que cada uno llevamos comienza a manifestarse.

Tengo una familia estupenda (con sus más, y sus menos), a un compañero de vida único, a los amigos más increíbles y generosos del mundo, y a los mejores compañeros y compañeras de trabajo que se podía esperar. ¿Qué más se puede pedir? Tan sólo algo que seguro tú también estás demandando: TIEMPO.

Alguien dijo algo como:

«No se pierde tiempo en la vida. Lo que se pierde es la vida al perder tiempo».

Anónimo

Y de eso, de perder el tiempo, vamos escasos.

Felices Fiestas a todas y todos.

#GeneraciónInclusión

♿ «Somos la generación + inclusiva y diversa de toda la historia» 

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💪 Tenemos la oportunidad de crear una sociedad en la que todos seamos protagonistas.

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