Hombreras

Esta semana he visto el fantástico documental «Blitzed» en #Netflix. En él, se relata la historia del movimiento post-punk de los New Romantics, y del comienzo y explosión de la música tecno pop. Bandas como Spandau Ballet, Ultravox, Culture Club, Visage, Durán Duran, OMD (Maniobras Orquestales en la Oscuridad) o los alemanes Kraftwert… ¡Los benditos 80! El documental es un homenaje, no solo a aquellos maravillosos años de la movida londinense, que revolucionaron el mundo de la música, la cultura y la moda, si no también a la vida de Steve Strange, el alma mater de Visage y promotor de esa contraposición a la política Tatcher. También los años del SIDA. Esa lacra que frenó la libertad de los motores de aquella revolución cultural, artística e ideológica: el colectivo gay.

Fueron los años de las hombreras. La década de «la arruga es bella», de la Movida Madrileña, de Mecano, Olé-Olé, Azul y Negro, Video, Aviador Dro o Tino Casal… Y también de Siniestro Total, Ramoncín y otros liderando el lado más rock y punk. Años de Almodóvar, Trueba o Eloy de la Iglesia. Navegábamos en la ola de los extremos: del yonqui de Vallecas al pijo new romantic de Salesas. Pachá, Joy Slava, Voltereta, Rockola… Todo hacía historia.

Época dorada para muchos. Maldita para otros. Yo la recuerdo con gran cariño. A mi me pilló con los 14 recién cumplidos y por primera vez, con mi amigo y compañero de clase Jaime, nos colamos en el Joy Slava y… ¡Buah, flipe en colores! Pero no con nostalgia, aunque he de reconocer que esta semana me he vuelto a escuchar algunos discos de Kraftwert, Ultravox o OMD en modo bucle.

Marcel Trasm dijo:

«Los momentos del pasado no permanecen quietos, se transforman en lo que queremos»

Marcel Trasm

Y yo tengo claro que aquellos años, moldearon las bases, de lo que hoy es mi yo, y su circunstancia. ¡Aquellos maravillosos 80!

Presunto/a

Ayer terminé de ver la serie documental «Arny, historia de una infamia» que podemos ver en HBOMax. Se cumplen 25 años de este escándalo y posterior caso judicial, que puso patas arriba el honor, la dignidad, la credibilidad y los derechos humanos para inculpados, no inculpados, acusados y afectados. Un escándalo que llenó platos de televisión, y que jugó sin reparos ni pruebas, con el derecho a la presunción de inocencia.

En tres capítulos de una hora de duración, se hace un detallado análisis, con todas (o casi todas), las partes implicadas y poniendo el foco en lo diferentes públicos objetivos del caso: famosos, adultos «culpables» del delito (dueños del local, RR.PP, camareros, clientes…), menores, jueces, fiscal, medios de comunicación, periodistas y el público del «circo mediático» en general.

Las conclusiones, tras tres horas de visionado, es que fueron los que fueron, porque otros quisieron que fueran. Y los que se salvaron, pudieron librarse del escarnio porque los que quisieron que fueran, no pudieron mantener su mentira, y los testigos se fueron cayendo como cartas mal puestas de un castillo de naipes.

Pero ¿Qué queda de su honor? ¿Quién ha pedido perdón por el daño -en algunos casos irreparable-, a sus personas, a sus familias, a sus carreras profesionales? ¡Y menos mal que por aquel entonces las redes sociales aún no tenían ni la presencia ni el poder que tienen ahora!

El dinero mueve montañas. El dinero salva vidas, pero también rompe, corrompe personas. ¡Qué fácil es acusar y qué difícil es pedir perdón! Y mientras tanto, Twitter, Facebook, WhatsApp…, siguen montando bulos, desmontando vidas, promoviendo suicidios (bullying, ciberbullying), ensuciando títulos, destrozando carreras… ¡Y gratis!

Le pregunto a ChatGPT ¿Qué es la verdad? y me contesta:

La verdad es un concepto que se refiere a la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, o la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere. La verdad también puede ser entendida como la fidelidad a una idea o la correspondencia entre lo que pensamos o sabemos con la realidad.

Respuesta de ChatGPT by Bing

Pues si no lo sabemos, si no estamos cerca de esa realidad… ¿Por qué «presuntamente», decimos una mentira?

El Sueñito

La semana pasada vimos una película maravillosa titulada «Into The Heights» (En un barrio de Nueva York), un proyecto musical del genial Lin-Manuel Miranda (el creador de «Hamilton» o «Tick, Tick..Boom!» entre otras joyas). Esta película (que podéis disfrutar en HBOMax), escrita a raíz del musical «The Heights» que el también escribió y dirigió , cuenta los recuerdos de la infancia de Lin-Manuel en el barrio en el que se crio, Washington Heights, un barrio de New York en el que residen principalmente ciudadanos hispanos, y que acoge color, ritmo, diversidad, humildad, deseos, esperanzas y sueños. «Sueñitos», como dice la abuela.

Con un ritmo endiablado, con una música vibrante, unas coreografías espectaculares, y una sencilla trama, la película fluye con asombrosa sencillez y grandiosidad, y mucho cariño. La historia de la «abuelita» me recordó mucho a la narración que pudimos ver en «Coco» de Pixar/Disney. ¡Qué panzada de llorar, por favor!

Cada uno de los habitantes del barrio tiene un sueñito. Para algunos, significa entrar a la universidad para recibir la educación que sus padres no tuvieron acceso. Para otros, es la posibilidad de pagar la carrera que sus hijos elijan sin ninguna preocupación financiera. Otros ven una salida de ese barrio que sienten que les limita, una oportunidad para acercarse a lo que aman. Para otros, ese sueñito es regresar a casa. Y unos cuantos sueñan con ser dueños de un negocio propio, ser capaces de dedicarse a aquello que les apasiona por el resto de sus vidas, como es el caso de Usnavi, el personaje principal (que habíamos descubierto como uno de los pacientes de Uzo Aduba en la serie «En Terapia» también de HBOMax).

Sin importar cómo se manifieste ese sueño, lo cierto es que cada uno de los habitantes de Washington Heights trabajan incansablemente para hacerlos realidad.

Cada uno de nosotros y nosotras tenemos ese sueñito. Alcanzado o no. Deseado o no. Y si lo atrapamos, no lo soltamos. Lo guardamos en la cajita de nuestros retos y, quizás, nos desperezamos para conseguir otro. Un sueñito más.

Eleanor Roosevelt dijo que:

«El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de los sueños»

Eleanor Roosevelt (1884-1962)

Una realidad incómoda

¡Bravo por Telmo Irureta! No sólo por su #PremioGoya al mejor actor revelación por la película «La Consagración de la Primavera», si no también por sus acertadas y valientes palabras:

«Gracias a David, que es mi personaje, porque es un guiño al derecho a la sexualidad de las personas con discapacidad. Nosotros también existimos y nosotros también follamos,»

Telmo Irureta, Actor (vía Revista Fotogramas)

Somos muchos los que llevamos años, décadas aprovechando cualquier espacio público o privado para reconocer y posicionar el derecho de cualquier persona por expresar, manifestar, llevar a cabo, su sexualidad. ¡Claro que las personas con discapacidad también tienen deseos, necesidades y derechos en el ámbito de la sexualidad! No somos seres asexuados. ¡A la mierda lo del «sexo de los ángeles»! Eso es producto de una pésima formación e información sobre la realidad de las personas con discapacidad. Fuimos, aún somos para muchos y muchas, disminuidos (la Constitución aún lo dice), minusválidos, impedidos, subnormales, inválidos, incapacitados… ¿Cómo van a pensar que, todo con lo que somos y/o tenemos, además vamos a querer cumplir nuestras necesidades y deseos sexuales?

«Brindemos por un cine más inclusivo y con cuerpos de todo tipo.»

Telmo Irureta, Actor (vía Revista Fotogramas)

Brindemos. Si. El cine (las series, la televisión), son una bandera de la diversidad, de la tolerancia, de la inclusión, de la pluralidad, de la equidad… Ahora Telmo, que es noticia por un premio, pero también por romper las barreras de lo políticamente correcto y visible, recorrerá las televisiones, radios y programas de todo el panorama nacional (o casi todo), como altavoz de un derecho fundamental: amar, ser amado, y fo**r… ¡Por que yo/tu/él lo valgo, lo vales!

Enlace a la fuente: Revista Fotogramas

El 49

¡Que nos cueste tanto sentarnos a dialogar sobre algo tan fundamental como son las PALABRAS y su significado, pone de manifiesto que lo que faltan son intenciones! Llevamos años reclamando que se modifique el artículo 49 de la Constitución Española (si, la del 78, porque no hay otra), ante el desagravio, la tropelía, la injusticia y el incomodo de ver, sobre una «carta magna» la palabra «disminuidos» referida a las personas con discapacidad. Ahora, el Gobierno, ha aprobado la propuesta de reforma. Pero hay algunos que aún se lo están pensando.

El Artículo quedaría redactado así:

  1. Las personas con discapacidad son titulares de los derechos y deberes previstos en este Título en condiciones de libertad e igualdad real y efectiva, sin que pueda producirse discriminación.
  2. Los poderes públicos realizarán las políticas necesarias para garantizar la plena autonomía personal e inclusión social de las personas con discapacidad. Estas políticas respetarán su libertad de elección y preferencias, y serán adoptadas con la participación de las organizaciones representativas de personas con discapacidad en los términos que establezcan las leyes. Se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y niñas con discapacidad.
  3. Se regulará la especial protección de las personas con discapacidad para el pleno ejercicio de sus derechos y deberes.
  4. Las personas con discapacidad gozan de la protección prevista en los tratados internacionales ratificados por España que velan por sus derechos.»
Redacción Artículo 49 Constitución Española

Se les llena la boca hablando del «interés general», pero a algunos/as se les olvida que lo público es de todos, y lo único por lo que gobiernan, o quieren gobernar, es para lo/s suyo/s. Pues también la sociedad tiene el derecho a reclamar lo que a ella le pertenece: su dignidad.

Leo una de esas frases «inspiracionales» que pueblan Google y las redes sociales, que dice: «Las batallas diarias son las lecciones a corto plazo para lograr el éxito a largo plazo». Hoy, igual que ayer, o mañana, y siempre, las personas con discapacidad habremos ganado otra batalla: la de las palabras. Dejaremos que la de los gritos, siga en su medallero particular.