Desobediencia

Estamos viviendo tiempos en los que la desobediencia es el sello de una parte de esta sociedad egoista y caprichosa. Me prohiben esto, lo hago. Reto a la autoridad. Juego con ella. Hago lo que me da la gana. ¡Que se j**** los otros! Mi beneficio, mi placer, mi deseo, mi capricho por encima del prójimo. ¡¡Y así nos va!! Y esas personas, no se dan cuenta que, en el fondo, si quisiéramos podríamos penalizar sus comportamientos y actitudes que minan la confianza en la obediencia. Por ejemplo: el Estado o la autoridad competente de una Comunidad Autónoma anuncia que no debemos salir de puente, o que se recomienda quedarse en casa para evitar los contagios por Covid-19… Unos salen en estampida. Algunos hacen fiestas privadas, raves multitudinarios. Se celebran Comuniones como si no hubiera días para poder celebrarlos. Otros organizan bukakes y los filman… ¡Recuerdos de una fechoría de la que presumir! Una mayoría se queda y respeta, por el bien propio y común, esas indicaciones. Ahora bien: ¿podría el empleador de esas personas que responden con la desobedienca, seguir sus algoritmos, sus redes sociales, sus «indisciplinas», y penalizar su regreso al trabajo el lunes? –Eres un/a irresponsable y tu desobediencia afecta al resto de personas de la organización. ¡Adiós! ¡Podría!

Desobediencia post de @JgAmago en #ReinventarseBlog
Imagen de Dustin Tramel en Unsplash

Harari hace varias alusiones a esta «falta de responsabilidad individual y colectiva» en su último libro (por cierto, os recomiendo una extensa entrevista que el programa «El Cazador de Cerebros» de RTVE le hace, y que podéis ver en su canal de Youtube), y al efecto que éstas pueden generar en las persona y en su entorno.

(…) La gente gozará de la mejor atención sanitaria de la historia, pero justo por eso es probable que esté enferma todo el tiempo. (…) Pero en 2050, gracias a sensores biométricos y algoritmos de macrodatos, podrán diagnosticarse y tratarse las enfermedades mucho antes de que generen dolor o produzcan una discapacidad. (…) Una cosa es seguir fumando a pesar de las estadísticas generales que relacionan el tabaco con el cáncer de pulmón, y otra muy distinta es continuar fumando a pesar de la advertencia concreta de un sensor biométrico que acaba de detectar diecisiete células cancerígenas en la parte superior del pulmón izquierdo. Y si estamos dispuestos a desafiar al sensor, ¿qué haremos cuando éste transmita la advertencia a nuestro seguro médico, a nuestro jefe o a nuestra madre?

Yuval Noah Harari. «21 lecciones para el S. XXI». Ed. Debate. Páginas 70-71.

Cuando estuvimos confinados, durante el Estado de Alerta, no dejábamos de pensar en el verano. Llegó. Se fue. Volvimos a caer. Ahora, en plena y vertiginosa pendiente, empezamos a preocuparnos por la Navidad. ¿Qué pasará? Pero.. ¿Y si no llega la Navidad?

Escombros

Vamos a ser incapaces de encontrar los cimientos bajo tanto escombro. Su basura nos llega a la barbilla. Nos tapa la pituitaria con aromas fabricados de sus propias heces. Algunos no los saben reconocer, y se creen que es Channel (con «doble n»). Los que quieren -por irresponsabilidad-, huyen. Los que nunca se escapan, siguen resistiendo. Los que podemos huir, pero por responsabilidad sabemos que debemos quedarnos, aguantamos. ¡Esto NO hay quien lo resista!

Escombros post de @JgAmago en #ReInventarseBlog con imagenes de Unsplash
Imagen de Fabian Struwe en Unsplash

Pero sobreviviremos. Y la pregunta siempre en el aire: ¿Resurgirá el Ave Fenix? ¿Será capaz de emerger de entre los escombros, las ruinas, el desastre, la crisis o el tsunami que está por venir? En la mayoría de los ciudadanos está el deseo, el sueño, el anhelo, la esperanza de que SI. Ya vendrán «los otros» a pedirnos esfuerzos.

Espero que, cuando llegue ese momento, tod@s tengamos el recuerdo imborrable que, cuando fue necesario, muy pocos se acordaron de poner por delante la cordura, antes que su sillón.

De Madriz Al Zielo

Madrid me da vida. Madrid me agota. Madrid me fascina. Madrid me desilusiona. Madrid me emociona. Madrid me hastía. Madrid me cabrea. Madrid me conmueve. Madrid me ilusiona. Madrid me da rabia. Madrid me esperanza. Madrid me desespera. Madrid es chula. Madrid es chulesca… Madriz, Madriz, Madriz…

De Madriz Al Zielo post de @jgamago en #ReInventarse
Imagen de Carlos Zurita en Unsplash

Por estas razones, y algunas más que se quedan en el tintero, Madrid me genera, en estos momentos, sentimientos encontrados. Aquí he nacido, aquí vivo, tengo mis raíces y a la mitad de mi familia, a la mayoría de mis amigos/as, mi trabajo, mis compañeros/as, mi hogar… Mi vida… Pero cuando ruge la furia de los colores, cuando se desata la falta de compenetración de un Madrid frente al otro Madrid, Madrid me mata.

Aquellos/as que ahora se sienten dolidos, humillados y denostados, tan sólo les pediría que esta ciudad ha sido, es y será un lugar en el que TOD@S nos hemos familiarizado, con aquello que cantaba Sabina: «Lo bueno es llegar con la boina y la maleta de cartón, y a los cinco minutos ser de Madrid». Sólo les pediría calma, empatía. Entonces, cuando todos volvamos a ser Madrid, podremos volver a entonar con orgullo, alguna de estas estrofas, de canciones que nos convierten en Madriz:

«Maldita ciudad, no es tu mejor momento, y aún estás hermosa.

He de confesarte que te eché de menos.

Agarro la guitarra y canto para ti.

Que bueno estar en casa.

Vuelvo a Madrid»

«Vuelvo a Madrid» de Ismael Serrano

O esta otra que dice:

«¿Cuántas veces he pensado ya en dejar este lugar hostil?

Pero como en los libros de mi infancia

siempre elijo la página que me devuelve al mismo lugar».

«El Cielo de Madrid» de Deluxe