La primera vez que oí esta expresión fue en boca de mi admirada Mabel Lozano, cuando nos explicaba a Fran y a mi, en uno de los maravillosos almuerzos en el jardín de su casa, que ella no hincaba el diente en el sufrimiento de las protagonistas de sus documentales (y mira que son historias tremendas). Mabel se limita a reflejar una situación. Sin exprimir el dolor de las mujeres. No hacía falta. Solo el relato de sus vidas ya es de por si un pinchazo en el centro del corazón.
La erupción del volcán de la isla de La Palma, ha vuelto a sacar a la calles a los aliados del sufrimiento en directo. Los reporteros se afanaban por buscar a esa familia que había perdido todo por la lava, estrujando su dolor y su pena para ganar audiencias. ¡Hasta les hacía mirar cómo la «colada roja» engullía sus pertenencias, sus vidas, sus historias y sus recuerdos! Y seguían apuñalando con sus cámaras y micrófonos su último aliento de desesperación. Cada lágrima en directo era un espectador más.
¿Es esto información? Afortunadamente, la Televisión Canaria emitió un comunicado ayer diciendo que no iban a sacar a las familias que, tras perderlo todo, estaban sufriendo su dolor en polideportivos o residencias provisionales. ¡Aún quedan medios con un poco de dignidad!