«La más grande», Rocío Carrasco, cantó aquello de «… Se nos rompió el amor, de tanto usarlo». ¡Y qué razón tenía! Estamos en un momento crítico para ver cómo todo se rompe, aún más. Vivimos tiempos complicados, extraños, difíciles que no se solucionan agarrando el estandarte del «amor a la patria», y liarse a bocinazos, caceroladas, gritos, insultos, memes, post, videos o fake news… Los colores adornan, visten, maquillan, confunden, difuminan la verdad. Kadinsky dijo:
El color es un medio para ejercer influencia directa sobre el alma: el color es la tecla, el ojo el macillo, y el alma es el piano con sus cuerdas.
Wasily Kadinsky

Meciéndome sobre la música de Kadinsky y su cita, tan sólo añadiría que, ahora, quizás nos falte un poco de corazón y un mucho de responsabilidad.
Si queremos ser un país de BANDERA, ahora mismo deberíamos aparcar ser un país de banderas. Si buscamos nuestro sitio en el múndo, empezando por enamorar a una Europa que nos tiene muchas ganas, bajaríamos las banderas y subiríamos a las astas un poquito de conciencia y consciencia. Hagamos patria, si. Pero no actuando como si fuésemos colonia, o puede suceder aquella arenga de Eva Perón:
«Nuestra patria dejará de ser colonia, o la bandera flameará sobre sus ruinas»
Eva Perón