Esta pandemia va a tener sus luces y sus sombras. El lado oscuro, el reverso tenebroso serán los muertos, los miles de familias que habrán perdido un ser querido sin entender cómo algo invisible, intanginble, etéreo como el mismo aire que nos da la vida, puede acabar con ella. Por nuestras cabezas, en una pesadilla de la que despertamos en cuestión de segundos, se nos pudo llegar a imaginar una guerra nuclear, o una crisis como las pasadas oleadas de atentados de ISIS… ¡Pero esto! Creo que se escapa a la lógica del ser humano.
Harari, en su libro «Homo Deus» dice:
«Nuestros sentimientos fueron los mejores algoritmos del mundo. De ahí que en la éoca de Confucio, de Mahoma o de Stalin, la gente debería haber escuchado sus sentimientos y no las enseñanzas del confucianismo, del islamismo o del comunismo.
Pero en el siglo XXI, los sentimientos ya no son los mejores algoritmos del mundo».
Yuval Noah Harari. Homo Deus, breve historia del mañana. Ed. Debate página 425.

Ahora el «YO» y el dinero están por delante. Nuestros sentimientos nos dicen que a las 20:00 horas debemos salir a las ventanas, a los balcones a aplaudir a los héroes de la contienda contra el #coronavirus. El siglo XXI dice que un ERTE vale más que una ciudadanía luchando junta. Los sentimientos de los que asumimos que esto lo tenemos que parar todos, juntos, confinados. Frente el egoismo del siglo XXI de aquellos poc@s/much@s que miran por su interés y cogen el coche para irse de fin de semana, salen a hacer footing cuando les da la gana, hacen fiestas «piratas», o pasean sin respeto por las calles. Luces y sombras.
A lo lejos, un ligero destello nos invita a sentir que pronto se hará la luz.