Cuando las palabras faltan, porque no se pueden articular, y los gestos, los signos ocupan su lugar, el lenguaje cobra una expresividad inigualable. Y es que en el amor, una caricia, un gesto, vale más que mil palabras.
Cuando las palabras faltan, porque no se pueden articular, y los gestos, los signos ocupan su lugar, el lenguaje cobra una expresividad inigualable. Y es que en el amor, una caricia, un gesto, vale más que mil palabras.
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