¿Cómo quieres recordar tu propia vida?

El otro día, haciendo un descando en el teletrabajo, me propuse aligerar el despacho de mi casa, de unos contenedores de fotografía viejos que tenía sobre las columnas de CD y DVD. Decidí tirar el contenedor, vaciar las fotos, y revivir uno a uno todos los recuerdos. ¡Uf, qué de momentos desempolvados! Fotografías en blanco y negro y color, reveladas en el laboratorio fotográfico Alhambra, el de toda la vida al lado de mi casa (y que aún se mantiene a flote). Algunas las digitalicé en el iPhone para ir compartiéndolas poco a poco en mi perfil de Instagram.

¿Cómo quieres recordar tu propia vida? Post de @JgAmago en #ReInventarse
Imagen de Roman Kraft en Unsplash

Ayer por la tarde, tras ver algunos capítulos de las series que sigo, revisé los post que tenía pendientes de leer de mi comunidad de WordPress, y leí el post «¿Son nuestros recuerdos más auténticos que los de nuestros padres y abuelos?«, escrito por Javier Alarcos en su estupendo blog. Tras su lectura, decidí hacerme la pregunta con la que acaba su artículo: ¿Cómo quieres recordar tu propia vida? ¡Menudo reto!

Todas esas fotos que rescaté del polvo y el olvido, me han ayudado a encontrar una respuesta: quiero recordar mi vida como una persona afortunada por las personas que me han acompañado. Y espero que así siga siendo. Quiero recordar mi vida como un ciudadano, como un hijo, como un hermano, tío, sobrino, amigo, compañero, novio y marido que fue/soy afortunado por l@s compañer@s de viaje. Con sus días de nubes, y sus muchos días más de claros.

Y en estos tiempos de incertidumbre, de cambio, de caos, de miedo, pero también de esperanza, deseo seguir construyendo mis recuerdos sobre la frase de Sócrates que dice:

«El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo»

Sócrates

Infancia arrebatada

Leo ayer en La Vanguardia una noticia emocionante, y a la vez terrible:

Desastres de la guerra. Victorias pírricas de un bando. Derrotas amargas del otro. Y mientras tanto, más de 83 años después, siguen negando la imperiosa necesidad de rescatar la memoria de aquellos que perdieron a una madre, a un padre, a un hermano o hermana, a un amante…

Infancia arrebatada post de @jgamago en #ReInventarse. Imagen de Eric Ward v/ Unsplash
Infancia arrebatada post de @jgamago en #ReInventarse. Imagen de Eric Ward v/ Unsplash

Nada es imparcial, lo sé. Todos hicieron sus fechorías y ambos bandos dejaron las calles ensangrentadas y las manos de muchos inocentes en las cunetas. Eso sí, unos más que otros. Los vencedores tuvieron 40 años para resarcirse de los vencidos.

La historia de Martin es la historia de otros/as muchos/as. Es «la historia de una madre fusilada, de un padre encarcelado, de unos hijos huérfanos, de una niña de 11 años, Lucía, que tuvo que encargarse de su hermano Martín, un bebé de 9 meses, y que hoy a sus 95 años ha podido llorar sobre los restos de su madre con la satisfacción de saber que por fin ahora tiene donde llevarle flores».

Puedes leer la noticia aquí.

Imágenes: La Vanguardia /  Eric Ward on Unsplash

Antes de…

Y así las cosas… ¡Pasaron! Antes de padre, fue hijo. Antes de tío, fue sobrino. Antes de abuelo, fue marido. Antes de juez, fue testigo.

Y mientras… ¡Pasan! Son estos momentos del año, en los que el calendario se empeña en poner fin a los 365 días; en los que consumimos los últimos espacios en esa libreta en la que hemos apuntado todas esas cosas que cada día nos piden que memoricemos, aun a expensas de que no las tachemos; en los que marcamos con cruces y con saña los números del calendario… En estos días -decía-, hacemos balance de lo malo, porque lo bueno se posiciona solo en nuestra memoria. Miramos fotos. Las redes sociales se empeñan en destacarnos nuestros «likes» más comentados…

Antes de... Post de @JgAmago en #Reinventarse

Y entonces… ¡Pasarán! No escarmentamos. Llegará el 1 de enero y nos volveremos a meter en el absorvente torbellino de pasar páginas del diario, de tachar números en el calendario, de colgar fotos en nuestras comunidades online, de malgastar el tiempo con memeces, de olvidarnos de los amigos, de descuidar a nuestros seres queridos, de apagar la llama de nuestro cariño…

Y luego… ¡Pasó! Y ya no seremos ni tíos, ni sobrinos, ni padres, ni abuelos, ni nietos, ni amigos, ni hijos, ni jueces, ni testigos…

Nostalgia

Es curioso que, viviendo en estos tiempos en los que el futuro es parte del más inmediato presente, tengamos esa «morriña» y nos guste mirar al pasado, no sólo como fuente de inspiración, sino como la memoria de que ¿mejor tiempo pasado fue mejor? Recuerdo los 80´s y los 90´s como un tiempo único, irrepetible, cargado de esperanzadoras visiones de un mañana mejor. ¿Es que ahora el futuro se dibuja con una mirada desfocalizada? Diferente. Quizás tengamos el amigable recuerdo de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Quizás. Pero aún así, pongamos el foco en el futuro. Sea el que sea. Y dejemos que el pasado ocupe ese lugar inolvidable en la memoria de que -mirando hacia detrás-, también se puede crecer.

Nostalgia by JgAmago

Imagen: Esengadget