¡Uf! …Qué pereza

Bueno, pues se acabó. Los casi treinta días de vacaciones, asueto y relax se han esfumado tan deprisa como suele pasar un fin de semana: volando.

La resaca del retorno es tan soporífera como la resaca tras una noche de descontrol, y todo se resume en la pereza que supone «volver al cole». Otra vez las prisas, el stress, el jefe, los niños, los atascos, las compras, los libros, los estudios, los profesores… Realmente es ahora cuando comienza el año y cada 31 de diciembre, es el símbolo temporal de cierre y apertura de un nuevo número el calendario pero creo -y muchos opinan lo mismo- que los tiempos reales, las edades nuevas, los momentos del cambio, se producen cuando volvemos a la exactitud de «LA REALIDAD», es decir, de la Jornada Laboral y su vericuetos, o sea, tras la benditas y necesarias vacaciones de verano. Entonces, cada septiembre es el momento de las promesas: prometo ser mejor ciudadano, ponerme a dieta, estudiar una carrera, o un master, ahorrar, dejar de fumar, hacer vida tranquila, no ver «Gente», leer un libro (por lo menos) al mes, hacer deporte, ser mejor pareja, hacerme del Barça para jorobar a los seguidores de Ronaldo y Kaká… promesas de barro, esculturas de hielo que perduran en el subconsciente de cada uno con la temporalidad de un pastel en la puerta de un colegio.

Estas son propuestas de mejora pero… ¿Y las asignaturas suspensas? Pues seguirán guardándose en la cartera de lo que son, promesas olvidadas, y entonces haremos como los políticos que prometen y venden su alma al diablo por unas pequeñas fincas o un bolso de Louis Vuitton.

Y hablando de política y sus secuaces: en una carta al director de El País Semanal de hoy domingo 30 de agosto, un lector define maravillosamente la situación política con la que nos encontramos en este inicio del curso: “… la política que está instaurada en nuestro país, donde no existe la libertad individual, los debates internos en los partidos políticos se silencian, en el Congreso se vota lo que dice el líder por muy en desacuerdo que se esté, donde la corrupción se disimula o se niega, donde la dimisión de un cargo público es un hecho extraordinario…”

Insisto, ¡¡qué pereza volver a la p*** realidad!!

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