Hace 9 años:
Que el correo se convirtió en palabras.
Que la voz del teléfono se personó por encima del ruido de un café.
Que una foto se materializó en carne, en piel.
Que todo acabó.
Que todo empezó.
Las madrinas seguían tomando sus panellets y su cava en Vilafranca y yo me subí a un tren del que aún no he bajado. Ni quiero bajar.