Los políticos han perdido la confianza de los ciudadanos. Han desestimado su condición de humanos por el de bacterias que sobreviven en el cuerpo humano, alimentándose, dañando el ecosistema que les ha propiciado su propio estatus. No oyen. No actúan. Parasitan. Algunos hasta delinquen, se aprovechan de los que les han posicionado dónde y cómo están. La calle brama. Otros callan.

Si nuestros políticos fuesen una marca publicitaria, estarían desaparecidos. Nadie compraría sus productos Quizás lo que haya que hacer es ir pensando en una «marca blanca» que nos abarate el coste de sus culos postrados en sillones de piel y sus coches oficiales.

Os comparto este interesante post publicado en el blog Puro Marketing: ¿Cuál sería el resultado fuera una gran marca o una empresa?