Un año Más (o menos)

Pues ya se acaba el año… ¡Qué locura! Parece que fue ayer cuando empezábamos a guardar los adornos de la casa, las luces y el Papa Noel que cuelga en el pomo de la puerta de entrada, y hace ya unas semanas que colgamos las guirnaldas sobre la balda del salón.

Como cada año, toca momento de reflexión, análisis de todo lo acontecido. Es el momento de crear esa galería de recuerdos que desplacen hacia el fondo los más negativos, y suban los mejores -como la espuma de una cerveza bien tirada-, a los más alto del vaso (siempre medio lleno, medio vacío).

De todos esos momentos me quedo: los viajes con mi marido, y las experiencias vividas con familia, amigos y compañeros que tienen un lugar importante en mi vida.

Ya me habría encantado poder disfrutar más de otros momentos, y haber continuado llenando la saca de experiencias en más lugares, con más gente y con nuevos retos. Pero no me puedo quejar. Sigo diciendo que soy un afortunado en todo… Bueno, la salud ha tenido momentos menos buenos, pero la mochila vital que cada uno llevamos comienza a manifestarse.

Tengo una familia estupenda (con sus más, y sus menos), a un compañero de vida único, a los amigos más increíbles y generosos del mundo, y a los mejores compañeros y compañeras de trabajo que se podía esperar. ¿Qué más se puede pedir? Tan sólo algo que seguro tú también estás demandando: TIEMPO.

Alguien dijo algo como:

«No se pierde tiempo en la vida. Lo que se pierde es la vida al perder tiempo».

Anónimo

Y de eso, de perder el tiempo, vamos escasos.

Felices Fiestas a todas y todos.

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