Este fue (y es), el título de una película de Richard Brooks con Paul Newman, del año 1962 en la que el esplédido Newman (en la película Chance Wayne), regresa a su ciudad natal, fracasado, como gigolo de una actriz aún más fracasada, y que busca el amor de una antigua novia que áun reside en el pueblo. ¡Cuánto ha pasado y que reciente está la ficción! Solo que en este caso, la realidad lo supera.
Políticos hundidos en 24 horas, que se amarraban para salvar su pellejo a un madero que navegaba por las turbias aguas de la corrupción, quemado por el sol del hartazgo. Pudo sobrevivir, pero el madero pesaba tanto, que un olvidado emergió de las profundidades para acelerar su naufragio mientras los suyos, desolados e impávidos, observaban impasibles como se hundía en las aguas que él mismo fue estancando.
No, Twitter no tiene la culpa. Twitter es la disculpa para hacer unas risas de esta situación tan compleja, dificil, asfixiante y triste que estamos viviendo.
Ilustración: José Navarro