Pecado

Si hay una serie de televisión, absolutamente trasgresora, divertida y muy instructiva, sin lugar a dudas es «Big Mouth», una serie de animación que podemos ver en Netflix. Estos dibujos animados reflejan el despertar sexual de unos niños (en la mente de los adultos que la crean, diseñan, dibujan e interpretan), que se sienten influenciados por los monstruos de las hormonas, de la culpa, de la vergüenza, de la depresión y de la ira. «Big Mouth» es una bocanada de aire fresco para adultos, pero que también deberían ver acompañados de sus hijos/as. Y en los dos últimos capítulos de la 5ª temporada, el «pecado», tiene mucha relevancia.

Revisando y seleccionando fotografías que tenía mi madre en casa, me encontré con las fotos de mi Confirmación. Arropado por muchos de mis compañeros que terminamos el 3º de BUP en el Seminario de Las Rozas de Puerto Real, y apadrinados por la figura del Cardenal Tarancón, la Confirmación fue el rito con el que finalizábamos una etapa única, maravillosa e irrepetible en mi formación académica y personal. No. Afortunadamente no derivé a la carrera religiosa. Más bien he terminado siendo muy crítico con determinadas posturas de la Iglesia Católica, más propias de la época medieval que de la actual sociedad. Jamás renegaré de lo que en aquellos 7 años de internado viví. Sí, del poso que, algunas situaciones y creencias, dejaron en mí. Siempre desde lo personal.

Y en parte esa crítica hacia la institución, esa culpa transmitida, se debe al mensaje del «pecado», del castigo, de la inconsistencia de unas creencias, de unas vivencias, frente a la norma que otros vivían. Entender, asumir, liderar y vivir mi sexualidad en un entorno tan al límite (más de 250 niños/jóvenes/hombres conviviendo juntos durante 5 días a la semana, de septiembre a junio), colapsaba con lo que en mi sexualidad se estaba despertando, y con los deseos que en mí se estaban consolidando. Yo era el «mariquita» del colegio (otros saldrían del armario mucho más tarde). Eso sí, NUNCA tuve episodios de bullying, acoso, o mal trato. Nunca. Pero dejó una inseguridad que tardó en evaporarse más de lo que tendría que haberse alargado.

Si en aquella época, hubiésemos tenido al alcance series como «Big Mouth», «Sex Education», «Genera+ion», «Euphoria», «Please Like Me» o «Love Simon» (y mira que esta última me saca de quicio de lo ñoña que es), el «pecado» se habría convertido en una oportunidad de ser, sentir, expresar y vivir, sin miedo, sin esperas, sin perdón.

De Cenicientas y Príncipes… (#HarariQuotes)

Negar una evidencia por una creencia, genera desafecto. Somo animales de creencias (religiosas, científicas, humanas, divinas…), y en ellas nos apoyamos cuando intentamos afianzar una realidad que nos importa.

La religión siempre ha sido un motivo de disputa. Religión y ciencia tienen esa sempiterno conflicto sobre las verdades. Y está claro que sólo una tiene la empírica razón.

Harari en su libro «Homo Deus» habla mucho de este tema. Por ejemplo:

¿Cómo se relaciona la ciencia moderna con la religión? Da la impresión de que ya se ha dicho un millón de veces todo lo que hay que decir sobre esta cuestión. Pero en la práctica, la ciencia y la religión son vomo un marido y una esposa que después de quinientos años de asesoramiento matrimonial siguen sin conocerse. Él todavía sueña con la Cenicienta y ella sigue esperando al Príncipe Azul, al tiempo que discuten sobre a quién le toca sacar la basura»

Harari, Yuval Noah. «Homo Deus». Ed. Debate. 2016. Página 204
De Cenicientas y Príncipes (#HarariQuotes) por @JgAmago en #Reinventarse
Photo by Mathew Schwartz on Unsplash

Y entre príncipes y criadas el patio sigue sin barrer, el polvo sin quitar, y la comida sin preparar. La evidencia de unos frente a la ficción de otros sigue colisionando mientras que, como siempre, el ser humano siente y padece que las «madrastras» de turno sigan avivando el fuego y quemando las «calabazas» que llevarán por buen camino a la criada junto al futuro rey . ¿Qué hacemos pues?

Amen!

Ayer me invitaron a una Primera Comunión. Me apetecía mucho ir, porque es el hijo de  una de mis mejores amigas y compañeras, y porque el joven en cuestión es uno de esos niños que te enamora con su dulzura, su inteligencia, su humildad… ¡Y es guapo de narices! Por respeto al celebrante, decidí quedarme durante toda la ceremonia. Una iglesia nueva, magnífica, muy moderna pero acogedora… Y un oficiante joven, pero muy aburrido. ¿Qué impresión les habrá quedado a esos niños y niñas de 5 a 8 años, previos a su futura celebración de la Comunión, ante semejante y tedioso oficio de una hora y quince minutos? No me extraña que los jóvenes salgan disparados del entorno de la Iglesia en cuanto sus padres pierden en poder de acompañarles al oficio de los domingos o la catequesis.

Amen by @jgamago en #ReInventarse - Imagen de Elisabeth Ohlson

La última vez que tuve oportunidad de presenciar una misa, -antes de esta Comunión- fue en un funeral. Y tan pronto el sacerdote salío y habló… ¡Me marché! Lo primero que hizo fue regañarnos porque los oyentes que estaban en primera fila, los familiares directos de la persona fallecida en cuerpo presente, rotos por el dolor, estaban sentados, y no se le ocurrió otra cosa que soltar un «señores, a ver si sabemos dónde estamos que hay que levantarse». Empatía cero.

Que a la Iglesia católica le falta «engage», nadie lo duda. Que necesitan una mano de chapa y pintura, un baño de marketing solidario, una patina de cercanía, proximidad y humildad… ¡Clama al cielo y a los santos! Vivimos otra realidad tan distante de su universo, que corren paralelos con el riesgo -para unos- de que nunca nisiquiera lleguen a colisionar

Me llamo Valentina

Leyendo mi Feedly, preparando los contenidos para las redes sociales, me encuentro con un post en Verne, de El País, con una historia, que es una entre tantas otras muchas, que esta sociedad tolera. Y es que Valentina lo dice: «Mi historia puede ser la de cualquier mujer maya, otomí, mixteca, tsotsil o zapoteca». Su vida es una amenaza constante. Su historia es un salto de barreras diario. Su estirpe es otra de esas etnias perseguidas y acosadas por ser… ¡diferentes!

Valentina. Mujer, pobre e indígena… La historia de muchas «Marías».

Screenshot-2017-10-29 YOSOYOHO - ¡POR FEA NO TE QUEREMOS EN LA ESCUELA Proyecto