Lo que uno sueña… cuando tiene hambre.

El pasado jueves tuve un sueño muy raro. Normalmente no suelo acordarme de mis sueños, porque caigo tan profundamente en la cama, que a veces ni recuerdo cómo me quité la ropa y me tapé con la sábana (si, hasta en verano duermo tapado, manías). El caso es que el dichoso sueño (que se convertirá en pesadilla) transcurría en un comercio, yo atendía un mostrador que vendía bollería (¡eso es lo que pasa por acostarse con hambre!) y de repente un joven cliente, que estaba en un velador tomando un café con un croissant, me preguntó la edad. Le mentí, le dije que 40 y él, con una sonrisa “Colgate” va y me dice: ¡Se nota, vistes anclado en los 80! Y claro, de tal susto me desvelé, me levanté y me fui a la terraza (a penas faltaban 30 minutos para que sonara el despertador) a maldecir al p*** niñato que me había dicho tal barrabasada y me había despertado de un momento delicioso: yo también iba a merendarme un crujiente y tostadito croissant.

En ningún momento reniego de mis vivencias de los ´80, magníficas experiencias que estaban en el camino entre la adolescencia y la juventud, entre el BUP, el COU y el comienzo de la Universidad, esos años de confusión, granos y espinillas, y de no querer asumir la realidad que me tocaba vivir, la de ser gay en tiempos del SIDA, gay en tiempos de un brote de represión y de cierta incertidumbre. Pero fueron unos años divertidos, emergentes, fantásticos, coloristas… Años que para aquellos que tuvimos el privilegio de vivir en Madrid los disfrutamos en primera línea de toda la Movida, de todo ese movimiento cultural, social y petardo.

Momentos que ahora estamos reviviendo porque en Cultural.es, ese canal de TDT de TVE (que en breve va a desaparecer), están programando de nuevo aquel programa puntero y rompedor dirigido por Paloma Chamorro y que se llamaba “La Edad de Oro”. Hace poco recuperamos el programa de Almodóvar y McNamara, con Bonezzi y Auserón, y el otro día vimos otro con Marck Almond, Ceesepe, Divine… Aire. Libertad. Frescura. Originalidad. ¿Dónde quedaron esos ´80?

Muchas veces se ha intentado revivir aquella movida madrileña, pero la sociedad y la cultura del bienestar ha asentado una bases muy fuertes que luchan contra la contracultura, y el mundo de la música, las artes, ha cambiado tanto que, a pesar de multiplicarse por 1000 en cuanto a creación, posibilidades y opciones, ahora es tan plural, tan global, que muy poco despunta, escasos creadores llegan a salir en los mass media para que, como dicta la norma, lleguen al público mayoritario.

Ahora se produce más basura. En toda su amplitud conceptual.

Igualmente con la moda (que de ahí es de donde viene esa reflexión, por culpa del pijo ese que criticó a mi forma de vestir en el sueño). De las gigantescas hombreras y el luto riguroso, hemos evolucionado a una moda pronta, efímera, que recupera los ancestros constantemente, pero que también se ha convertido en más accesible para todos (a ver cuando el gigante japonés Uniqlo abre tienda en Madrid, por favor, que ya he elegido todo lo que me voy a comprar en NY este septiembre) y me sorprende ver cómo seguimos siendo “esclavos” de la moda. Este mes de agosto estoy disfrutando todos los lunes de los documentales “Antes del Desfile” que Canal + está programando viviendo las 48 horas previas a cuatro desfiles de alta costura: Gaultier, Sonia Rikyel, Proenza & Schouler y ahora queda Largerfeld con su colección para Fendi. La guinda del pastel. Y quizás en estos documentales se siga reviviendo un poco ese espíritu guerrero de los 80, los años que comenzaron a sonar en nuestras cabezas estos nombres (excepto los jovencísimos creadores Jack y Lorenzo que capitanean Proenza & Schouler), pero que miran constantemente a esos tiempos de revolución.

El caso es que nos seguimos mirando al espejo. Al de nuestro cuarto de baño, el dormitorio o el recibidor, al del ascensor… y todo para comprobar que ese paso del tiempo no deja una huella demasiado clara, demasiado delatora. Pero no por nada, sino por pura coquetería. Queremos seguir estando bien (interna y externamente, claro) pero intentamos jugar con nuestras mejores armas para, no solo bajar unos kilos, sino también para aminorar unos años en nuestra piel, en nuestra cara, en nuestro espíritu.

Ni reniego ni me agobio con mi edad (ya pasé la crisis de los 40 que fue bastante jodida) pero ahora estoy bien. Muy bien. Pero claro, me joroba que un niñato (aún en sueños) me diga que vivo anclado en los 80 porque es mentira. Vamos que si fuera verdad sería una auténtica pesadilla. Pero, por si acaso, he mirado en esas páginas Web tan seguras y fiables sobre el significado de los sueños y una dice que si sentimos en sueños inquietud por la edad vigilaremos nuestra salud. Pues nada, a hacerme un chequeo.

Total, que me subo al carro de lo que dijo Luis Buñuel: “La moda es la manada; lo interesante es hacer lo que a uno le de la gana”. Así que, por favor, ni en sueños te digas que vives anclado en el pasado. ¡¡Con lo que nos queda por vivir de este presente y de algún futuro –si la crisis lo permite, claro-!!

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