Tenemos la pasmosa facilidad de olvidar. Lo que hace 101 días ocupaba el 99% de las informaciones y conversaciones de toda Europa, ahora ha pasado a un segundo plano. Aún con la importancia y el espanto de las imágenes e informaciones que seguimos recibiendo, eso sí, de forma más depurada.
La semana pasada, llegaron compañeros/as que fueron en una expedición a Ucrania a llevar dos tráileres de material sanitario, bienes, comida, etc. No han querido entrar en mucho detalle al contar el horror y el espanto que allí vieron y vivieron. Se les llena los ojos de lágrimas cuando empiezan a rescatar de sus recuerdos, los desastres de una guerra.
Nos cuentan los momentos del encuentro, de la entrega, del reparto, de la ayuda, del abrazo, del cuidado, de las horas sin dormir para atender a los refugiados, de los más de 6.000 kilómetros recorridos con los coches, de los momentos de relax en las cenas, con voluntarios de otras ONG, que descansan sin dormir. El horror es una pesadilla recurrente en sus desvelos.