Quizás la música le robó la mejor parte de su corazón, como dice la canción. Pero a los fans, a la música, nos llevó muy lejos, y nos permitió soñar… «¡Live… and MORE!»
Modo Limpieza
Esta mañana, cuando he desactivado el modo «descanso» del teléfono móvil, la aplicación que tengo con la que se puede controlar el lavavajillas, me avisaba que era necesario hacer un «modo limpieza». Yo, que soy un bien mandado, así lo he hecho: he vaciado los rastros de la cena de anoche, y he puesto el programa correspondiente. ¡3 horas!
En el breve camino que tengo desde la cocina hasta mi despacho, donde estaba terminando de programar los contenidos en redes sociales, he pensado: ¿Y si todo fuera tan fácil como con el lavavajillas? Me explico: ¿Y si fuese posible activar un botón y hacer limpieza de nuestro sistema, en tres o cuatro horas? Está claro que, tras el proceso de saneamiento, nuestra mente brillaría de nuevo. Estaría descargada, reseteada, higienizada de todas esas impurezas que la vida, los años, los días y las horas va acumulando como residuos en nuestro cerebro.
Esos restos del naufragio pesan. Son un lastre -en algunas ocasiones-, para remontar la quilla y volver a las plácidas aguas de la tranquilidad. ¿Quién puede decir -afortunado él o ella-, que duerme «tranquilo»?
Ralph Waldo, poeta, escritor y filósofo norteamericano, padre del transcendentalismo, dijo:
«Por cada minuto que permaneces enojado, desperdicias hasta sesenta segundos de tranquilidad»
Ralph Waldo Emerson (1803-1882)
Forzar la Máquina
En «La Pandilla», cada vez que conseguimos vernos los 14 que formamos ese núcleo vital de amistad, hermandad y confianza, nos echamos unas risas porque no hay reunión que no tenga sus minutos dedicados a hablar de los males, las enfermedades y los últimos descubrimientos en nuestros historiales médicos, que nos recuerdan que tenemos una edad. También nos proyectan a los excesos cometidos en nuestra épocas juveniles, y a esa generación que mejoró la de nuestros padres, pero que arrastró algunos desajustes de tiempos pasado (mejores, o no).
Después de esos momentos, pasamos la página y a continuar compartiendo las andaduras de este maravilloso grupo de hermanos y hermanas que se fueron conectando y cruzando en mi vida sin llamar, sin pedir entrada, sin periodo de cadencia o lista de espera. Llegaron, triunfaron, y se quedaron para siempre.
Estamos casi en mayo. Y parece que sea verano. No sólo por este tiempo meteorológico adelantado a su estación, si no por que es tal la carga de trabajo, que me recuerda a esos periodos laborales en el que el verano es el acabose, y la navidad es el fin del mundo. Forzamos la máquina y ya nos sale vapor hasta por la punta de los dedos. Acelerados. Y el problema es que no hay tiempo para parar y valorar si el objetivo final permite otras rutas a las que derivar los impulsos de nuestra locomotora. Vamos a velocidad AVE. Quizás muy pronto en modo Hiperloop.
Y estos excesos, los resiente la salud, los amigos, los compañeros, la familia. Vuelta a la revista médica inicial.
William Shakespeare dijo,
Nuestro cuerpo son nuestros jardines, nuestras voluntades son nuestros jardineros.
W. Shakespeare (1564-1616)
Debemos empezar a sacar brillo y forzar la máquina que todas y todos necesitamos: un cortacésped con el que segar las malas hierbas del stress.
Querer, Tener y Deber
En el día a día de cada persona, existe una constante disidencia entre estos tres infinitivos: QUERER, TENER y DEBER. Los tres tienen una particularidad y es que, en la variedad de sus significados, los verbos expresan el deseo de tener en consideración algo o tomar una voluntad hacia alguien (o algo). Su aplicación final depende del tiempo, las ganas y las necesidades. La urgencia, en determinadas ocasiones, prima uno frente a los otros.
Mi último post en este blog lo publiqué el 12 de marzo. Un mes más tarde, tengo la oportunidad de nuevo de querer escribir. Antes el deber me lo había impedido. Ha sido un mes sumergido en un torbellino de acontecimientos (positivos) en los que ni siquiera los domingos sacaba tiempo para conectar mi querer con mi deber: publicar al menos una vez a la semana en ReInventarse.
Las fábulas se escriben desde el intento de aprendizaje, como enseñanza (el querer) con el objetivo de que se apliquen en la vida cotidiana (el deber) y que enseñen a las personas la importancia de la constancia y el esfuerzo para lograr nuestros objetivos (tener). Pero la historia de las fábulas nos demuestran que los personajes no evolucionan, son estereotipados y no permiten «medias tintas». Ofrecen un modelo único: es correcto, o es incorrecto. Y la vida -afortunadamente- nos ofrece una gama de colores entre el blanco y el negro (mucho más allá del triste gris).
A todas y todos nos gustaría poder elegir qué querer hacer, frente a la necesidad de qué tener que escoger, o qué deber de realizar. El cóctel perfecto sería aquel que convierta el tener y el deber en un querer. Y el tiempo nos permita diseñar una fábula con una moraleja común: la honestidad es nuestra mejor política.
Hombreras
Esta semana he visto el fantástico documental «Blitzed» en #Netflix. En él, se relata la historia del movimiento post-punk de los New Romantics, y del comienzo y explosión de la música tecno pop. Bandas como Spandau Ballet, Ultravox, Culture Club, Visage, Durán Duran, OMD (Maniobras Orquestales en la Oscuridad) o los alemanes Kraftwert… ¡Los benditos 80! El documental es un homenaje, no solo a aquellos maravillosos años de la movida londinense, que revolucionaron el mundo de la música, la cultura y la moda, si no también a la vida de Steve Strange, el alma mater de Visage y promotor de esa contraposición a la política Tatcher. También los años del SIDA. Esa lacra que frenó la libertad de los motores de aquella revolución cultural, artística e ideológica: el colectivo gay.
Fueron los años de las hombreras. La década de «la arruga es bella», de la Movida Madrileña, de Mecano, Olé-Olé, Azul y Negro, Video, Aviador Dro o Tino Casal… Y también de Siniestro Total, Ramoncín y otros liderando el lado más rock y punk. Años de Almodóvar, Trueba o Eloy de la Iglesia. Navegábamos en la ola de los extremos: del yonqui de Vallecas al pijo new romantic de Salesas. Pachá, Joy Slava, Voltereta, Rockola… Todo hacía historia.
Época dorada para muchos. Maldita para otros. Yo la recuerdo con gran cariño. A mi me pilló con los 14 recién cumplidos y por primera vez, con mi amigo y compañero de clase Jaime, nos colamos en el Joy Slava y… ¡Buah, flipe en colores! Pero no con nostalgia, aunque he de reconocer que esta semana me he vuelto a escuchar algunos discos de Kraftwert, Ultravox o OMD en modo bucle.
Marcel Trasm dijo:
«Los momentos del pasado no permanecen quietos, se transforman en lo que queremos»
Marcel Trasm
Y yo tengo claro que aquellos años, moldearon las bases, de lo que hoy es mi yo, y su circunstancia. ¡Aquellos maravillosos 80!
Presunto/a
Ayer terminé de ver la serie documental «Arny, historia de una infamia» que podemos ver en HBOMax. Se cumplen 25 años de este escándalo y posterior caso judicial, que puso patas arriba el honor, la dignidad, la credibilidad y los derechos humanos para inculpados, no inculpados, acusados y afectados. Un escándalo que llenó platos de televisión, y que jugó sin reparos ni pruebas, con el derecho a la presunción de inocencia.
En tres capítulos de una hora de duración, se hace un detallado análisis, con todas (o casi todas), las partes implicadas y poniendo el foco en lo diferentes públicos objetivos del caso: famosos, adultos «culpables» del delito (dueños del local, RR.PP, camareros, clientes…), menores, jueces, fiscal, medios de comunicación, periodistas y el público del «circo mediático» en general.
Las conclusiones, tras tres horas de visionado, es que fueron los que fueron, porque otros quisieron que fueran. Y los que se salvaron, pudieron librarse del escarnio porque los que quisieron que fueran, no pudieron mantener su mentira, y los testigos se fueron cayendo como cartas mal puestas de un castillo de naipes.
Pero ¿Qué queda de su honor? ¿Quién ha pedido perdón por el daño -en algunos casos irreparable-, a sus personas, a sus familias, a sus carreras profesionales? ¡Y menos mal que por aquel entonces las redes sociales aún no tenían ni la presencia ni el poder que tienen ahora!
El dinero mueve montañas. El dinero salva vidas, pero también rompe, corrompe personas. ¡Qué fácil es acusar y qué difícil es pedir perdón! Y mientras tanto, Twitter, Facebook, WhatsApp…, siguen montando bulos, desmontando vidas, promoviendo suicidios (bullying, ciberbullying), ensuciando títulos, destrozando carreras… ¡Y gratis!
Le pregunto a ChatGPT ¿Qué es la verdad? y me contesta:
La verdad es un concepto que se refiere a la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, o la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere. La verdad también puede ser entendida como la fidelidad a una idea o la correspondencia entre lo que pensamos o sabemos con la realidad.
Respuesta de ChatGPT by Bing
Pues si no lo sabemos, si no estamos cerca de esa realidad… ¿Por qué «presuntamente», decimos una mentira?