En un mundo de hombres, una vez más las mujeres han demostrado que su capacidad de gobernar un país sería la solución para muchos de los problemas que nos atañen. El pasado debate «de mujeres» en La Sexta puso de manifiesto que la coherencia y la clase política está muy por encima de la de sus homólogos y candidatos a presidir una España que se fracciona en pedazos y que involuciona a pasos agigantados. Orgullo «macho» frente a talla política, diálogo y razón.

Están más que preparadas. De sobra. Pero sus estructuras las impiden dar el salto definitivo. ¿Os lo podéis imaginar? ¡Nos encantaría! Algunas lo intentaron. No las dejaron. Probaron suerte, pero sus propios compañeros las denostaron al silencio de la segunda fila.
Y mientras tanto, la testorena es el argumento político. «Pacto o barbarie» dice en La Vanguardia mi admirado Enric Juliana. Quizás con candidatas a la presidencia de una nación, hablaríamos de «Diálogo y Política» que -para el que no se acuerde-, es el «proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de un grupo de estado». (Fuente: Wikipedia)
Mientras tanto, vayamos a votar. Es el único arma que nos queda en espera de ese ansiado momento.